Conferencia Magistral, “Cuba y el paradigma de Una Sola Salud: ciencia, solidaridad y compromiso humano frente a los desafíos globales”, ofrecida por el Dr. C. José Angel Portal Miranda, Ministro de Salud Pública de la República de Cuba, en la V Convención Internacional “Cuba-Salud 2025". Palacio de las Convenciones, La Habana, 21 de abril de 2025
Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez;
Distinguidos miembros de la presidencia;
Distinguidos ministros, viceministros y directores generales de países amigos;
Estimados invitados;
Delegados:
En un escenario internacional donde las fronteras entre lo humano, lo animal y el entorno natural se entrelazan cada vez con mayor fuerza, el futuro de la Salud necesita, más que nunca, de miradas integradoras, enfoques transversales y respuestas globales ante desafíos que no reconocen límites geográficos ni sectoriales.
Cuba abre sus puertas a la V Convención Internacional “Cuba-Salud 2025” con la convicción de que el paradigma de “Una Sola Salud” no es una utopía académica, sino una necesidad urgente para la supervivencia y el bienestar de todos los seres vivos en el planeta.
Hoy inauguramos este espacio con la voluntad de compartir, debatir y construir colectivamente. Frente a tantas amenazas globales que acechan a la humanidad, como las pandemias, el cambio climático, las crisis alimentarias y las desigualdades sanitarias, la respuesta no puede ser fragmentada. Nuestra respuesta, inevitablemente, tiene que ser una: ciencia con conciencia, solidaridad y compromiso humano sin fronteras.
Las jornadas que tenemos por delante en los próximos días adquieren entonces una enorme trascendencia, no solo para nuestros sistemas sanitarios, sino también para el destino común de la humanidad. Nos reúne el compromiso con la vida, con la salud como derecho humano universal y con la urgencia de articular estrategias integradoras que nos permitan responder de conjunto a los crecientes problemas globales que en la actualidad se manifiestan.
Integralidad, colaboración y sostenibilidad, son claves para abordar desde el paradigma de “Una Sola Salud”, fenómenos que ponen en riesgo la supervivencia de la humanidad, como la pérdida de biodiversidad, la pobreza y la inseguridad alimentaria. Todos ellos exigen acciones sistémicas, multidisciplinarias, coordinadas y solidarias, que no siempre hemos sido capaces de articular e implementar en beneficio de la Salud global.
Aspiramos a que la V Convención Internacional “Cuba-Salud 2025” y sus ferias asociadas, contribuyan a desarrollar y fortalecer esas acciones. Desde las particularidades que distinguen a cada uno de nuestros países, tenemos la enorme responsabilidad de aprovechar las experiencias que se han ido adquiriendo para enfrentar con un enfoque integral los retos sanitarios.
A nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz queremos homenajear de manera especial en estas jornadas, en el contexto del centenario de su natalicio, que estaremos celebrando en agosto del próximo año. Hablar de Salud en Cuba, es inevitablemente hablar de Fidel, quien concibió la salud como un derecho humano inalienable y un pilar esencial del proyecto social revolucionario cubano.
Su visión profundamente humanista e integral apostó siempre por un enfoque preventivo, comunitario e intersectorial, donde la ciencia, la ética y la equidad se entrelazan para garantizar el bienestar de todas las personas sin distinción. Bajo su liderazgo se forjó nuestro Sistema Nacional de Salud, que es hoy referente mundial por su enfoque solidario, su capacidad de respuesta ante emergencias y su profunda vocación internacionalista.
Delegados e invitados:
La idea de “Una Sola Salud”, aunque no es nueva en el contexto mundial, en la actualidad adquiere dimensiones y desafíos diferentes. Nacido del diálogo entre la medicina humana, la veterinaria y la ecología, ese enfoque reconoce que la salud humana, la animal y la ambiental están definitivamente conectadas.
No obstante esa realidad, dicha visión se mantuvo durante décadas en los márgenes de las políticas sanitarias globales. Crisis como la provocada por la pandemia de la COVID-19; la reemergencia de enfermedades zoonóticas; el deterioro ambiental, y el cambio climático, han confirmado que no podemos actuar de manera aislada, y hacia la búsqueda de esa complementariedad en el hacer se encamina “Una Sola Salud”.
Es por ello que, tras la evaluación hecha a principios del presente siglo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y el Fondo de las Naciones Unidas para el Infancia (UNICEF), sobre los potenciales riesgos de las enfermedades compartidas entre seres humanos y animales, se comenzaron a llevar a cabo acciones más intencionadas en el plano internacional para entender y atender a la Salud global como una responsabilidad de todos, que necesita de intersectorialidad y requiere la acción conjunta de los países.
En Cuba, desde el propio triunfo de la Revolución, y aun con un Sistema de Salud en ciernes, se defendió siempre el enfoque promovido en la actualidad con el paradigma de “Una Sola Salud” pues, la Medicina cubana revolucionaria, desde su concepción primigenia, tuvo sus bases, entre otros elementos, en la prevención, el control comunitario de vectores, el vínculo entre Salud y medioambiente, así como la formación integral de sus profesionales.
En tal sentido, los diferentes programas que se desarrollan dentro del Sistema Nacional de Salud, reflejan desde su propia concepción una articulación constante entre lo local y lo global, lo humano y lo ambiental, lo clínico y lo social, tomando desde entonces como guías los principios que en estos momentos reivindica “Una Sola Salud”.
Cuando triunfó la Revolución Cubana, en enero de 1959, uno de los primeros pasos fue transformar radicalmente el sistema sanitario heredado: elitista, privatizado, fragmentado y profundamente desigual. Se adoptó como principio inviolable que la salud es un derecho de todos y garantizarla una responsabilidad del Estado. La Medicina, para Cuba, es una vocación que trasciende fronteras y responde a un compromiso ético con la vida.
A partir de entonces, se comenzó a consolidar poco a poco un Sistema Nacional de Salud único, gratuito, accesible y centrado en la prevención. El enfoque salubrista cubano ha estado siempre en consonancia con una perspectiva integral del bienestar humano, que considera los determinantes sociales y ambientales de la Salud.
Las campañas de vacunación, los programas de control de vectores transmisores de enfermedades, la protección del medio ambiente, la seguridad alimentaria, la educación sanitaria y la vigilancia epidemiológica, se articularon desde el inicio como componentes inseparables de una estrategia nacional.
Nuestro Sistema de Salud, como parte de todo el entramado social y gubernamental, no es un conjunto de instituciones dispersas, sino una red coherente que integra los tres niveles de atención y tiene una fuerte base comunitaria.
La Atención Primaria de Salud, como eje estructural y funcional de nuestro desempeño, es una estrategia que transversaliza todos los niveles de atención médica, y está en constante desarrollo, perfectible y susceptible de transformaciones para el enfrentamiento a los nuevos retos que se vayan suscitando en el propósito de mejorar el estado de salud de la población cubana.
Ese enfoque hacia la Atención Primaria de Salud permite a nuestro Sistema sanitario centrar sus acciones, en primer lugar, en las personas y las familias, con una proyección territorial e intersectorial hacia la comunidad, con servicios organizados en redes integradas, con un primer nivel resolutivo que llega a todos los rincones del país.
La consolidación de la Atención Primaria en Cuba, propició que en el año 1984 surgiera el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, fruto de la innovadora visión de Fidel sobre el modo de concebir la Medicina.
La práctica de insertar equipos de Salud en la comunidad, con responsabilidad directa sobre un número limitado de familias, con enfoque preventivo, continuo e integral es, ciertamente, una expresión concreta de “Una Sola Salud”.
Los profesionales que forman parte del Programa conocen el entorno, interactúan con las familias, comprenden los factores de riesgo, orientan hacia estilos de vida saludables y movilizan a la comunidad como sujeto activo. En ese espacio más íntimo comienza a moldearse la esencia de la Medicina cubana.
En la actualidad en el territorio nacional funcionan 10 mil 835 consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia, integrados a 451 policlínicos, distribuidos por todo el país. El hacer de los profesionales que durante 40 años han dado vida a ese Programa, ha permitido que Cuba alcance indicadores de Salud comparables con naciones desarrolladas, pese a las constantes limitaciones materiales que enfrentamos. Asimismo, ha sido posible consolidar una cultura sanitaria profunda en el pueblo cubano y ha generado capacidades locales que son referencia internacional.
Y si hablamos de resultados, no podemos dejar de reconocer, por ejemplo, que en los últimos diez años la tasa de mortalidad infantil ha oscilado entre 4 y 7 por cada mil nacidos vivos: la del pasado año fue de 7.1. Detrás de cada uno de esos números, está el empeño constante de una nación que, desde la voluntad política de su Estado y su Sistema sanitario, no escatima esfuerzos para preservar la salud de cada embarazada, puérpera e infante, aun en medio de muy complejas limitaciones económicas.
Asimismo, la esperanza de vida al nacer de la población cubana es de 77.8 años. Y aun cuando el hecho de que el 25.5% de la población tiene 60 años o más nos impone mayores retos en lo referido a la atención de ese grupo etario, ese son indicadores que se equiparan a los de naciones del primer mundo.
En tanto, las principales causas de muerte de todas las edades se relacionan sobre todo con enfermedades no transmisibles, como las del corazón, los tumores malignos, las enfermedades cerebrovasculares, la influenza, la neumonía y los accidentes.
Por otra parte, el fortalecimiento del Programa Cubano de Vacunación ha permitido administrar en el territorio nacional 17 vacunas, 10 de ellas de producción nacional. Otras vacunas se emplean por campañas y ante riesgos específicos, como son la antileptospirósica, influenza estacional, influenza pandémica, antirrábica humana y antiamarílica.
Ello ha posibilitado eliminar 14 enfermedades infecciosas, otras nueve no constituyen problemas de salud, por presentar tasas inferiores al 0.1% por cada cien mil habitantes, y 29 enfermedades transmisibles y formas clínicas se mantienen bajo control.
De igual forma, en Cuba se continúan cumpliendo los indicadores que llevaron a que el país fuera reconocido por la OPS/OMS, en el 2015, como la primera nación en el mundo en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH/Sida y la sífilis congénita.
Son verdades que no pueden ser ignoradas, y avalan la entrega sin límites de nuestros trabajadores de la Salud por la defensa de la vida en Cuba. Ante las carencias materiales, su compromiso y sensibilidad para seguir superando obstáculos, son admirables.
Compañeras y compañeros, colegas:
Esos y otros resultados que distinguen el quehacer del Sistema Nacional de Salud han sido posibles también, debido a la elevada calidad de nuestros profesionales, fruto de la estrategia que se desarrolló desde los primeros años de la Revolución para garantizar la formación de médicos, enfermeros, técnicos y especialistas, no solo altamente calificados, sino también profundamente humanos.
Se forman en la ciencia, sí, pero también en la empatía, el acompañamiento, la dignidad… porque son capaces de diagnosticar con la mirada y aliviar con una palabra.
Las 13 universidades de Ciencias Médicas y las dos facultades independientes que existen en el país, de conjunto con los centros de investigación en Salud y la Escuela Nacional de Salud Pública, tienen la responsabilidad de preparar y capacitar los recursos humanos que respaldan el desarrollo del sector.
Constante ha sido, además, la implementación de acciones encaminadas a la mejora sistemática de los procesos de formación y superación profesional en el Sistema Nacional de Salud. Siguiendo ese propósito, ha sido continuo el perfeccionamiento del Sistema Cubano de Acreditación de esas instituciones.
El claustro de nuestras universidades de Ciencias Médicas está compuesto por más 28 mil 400 docentes con una alta calificación, y la matrícula en nuestras aulas supera los 113 mil 400 estudiantes de pre y postgrado. Ello permite dar respuesta sistemática a las demandas del sector.
En la actualidad el Sistema Nacional de Salud cuenta con 391 mil 726 trabajadores y un indicador de 7.4 médicos por cada mil habitantes, cifra que se encuentra entre las más altas en el mundo. De ese total, 221 mil son profesionales, de los cuales 61 mil 179 son especialistas en las 70 especialidades de las Ciencias Médicas, unos dos mil son doctores en Ciencias y 29 mil 158 son máster.
Son saberes que no solo ponemos en función del Sistema Nacional de Salud, sino que también permiten garantizar recursos especializados a muchos otros en el mundo. En el transcurso de las últimas cinco décadas, jóvenes de otras naciones, mayoritariamente de escasos recursos económicos, se han formado en nuestras aulas, o en sus propios países por nuestros profesores y siguiendo nuestros programas de estudio.
Un hito importante en ese sentido lo constituye la creación en el año 1999 de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), una institución que ha graduado a 31 mil 235 médicos, de 122 naciones de múltiples etnias, culturas, costumbres, tradiciones religiones e ideologías, con una visión sumamente ética, humanista y comunitaria.
La ELAM no solo forma profesionales: forma, en primer lugar, defensores del derecho a la salud y a la vida. Por muy difícil que haya sido el contexto económico de Cuba, en ningún momento se ha puesto en pausa ese humanísimo programa en el que priman la calidad de la docencia y de la formación.
De manera general a partir de nuestros programas de estudio se han graduado más de 87 mil 980 profesionales de la Salud, de 150 países, de los cuales 42 mil 980 lo han hecho en nuestras universidades de Ciencias Médicas. En la actualidad cursan estudios cinco mil 412, de 120 naciones.
La calidad de nuestros profesionales de la Salud no solo es reconocida por nuestro pueblo, también lo es por los millones de pacientes que a lo largo de más de 60 años han sido atendidos por nuestros colaboradores en los cientos de países donde han brindado servicios, porque allí a donde otros no llegan… a lo más agreste y desafiante… allí, sí van los nuestros…
De esa preparación también dan fe autoridades y colegas de otras naciones con los cuales intercambiamos en múltiples escenarios, tanto asociados al ámbito de la atención médica, como el académico y el científico.
Muchos de los profesionales formados en Cuba tienen altos cargos en el Gobierno de sus países, son ministros, directores de hospitales, jefes de servicios, profesionales destacados… y también laboran en importantes instituciones de naciones desarrolladas del mundo.
Compartir conocimientos, construir capacidades locales, y empoderar a los pueblos desde el saber y la equidad, son esencias de ese esfuerzo educativo de Cuba, que también encarnan el espíritu de “Una Sola Salud”.
Distinguidos participantes, invitados:
La cooperación médica internacional que hemos desarrollado desde hace más de 60 años es, quizás, la expresión más concreta del compromiso de Cuba con la Salud global. Desde 1963, cuando partió la primera brigada médica hacia Argelia, más de 605 mil profesionales de la Salud han brindado servicios en 165 países. En estos momentos 24 mil 867 colaboradores laboran en 56 naciones.
Nuestros cooperantes han llegado desde entonces a los rincones más remotos del planeta, a los pueblos más necesitados, a las zonas más desatendidas. Nuestros cooperantes han salvado millones de vidas y han llevado no solo medicamentos y tratamientos, sino también consuelo, esperanza y dignidad.
La voluntad política del Estado cubano ha sido esencial para demostrar alrededor del mundo que los principios de solidaridad y cooperación en el campo de la Salud, son imprescindibles para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a su vez avanzar en la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos.
Siguiendo esos principios, nuestros colaboradores han contribuido desinteresadamente, y muchas veces de forma anónima y gratuita, a enfrentar en diversas naciones los efectos de catástrofes naturales; desigualdades sociales relacionadas con la atención sanitaria; múltiples epidemias, entre ellas las de la malaria, la fiebre amarilla, el cólera, el dengue y el Ébola, así como en años más recientes la pandemia ocasionada por la COVID-19.
En el combate a esas dos últimas crisis sanitarias desempeñó un papel protagónico el Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”, creado en el 2005 con el objetivo de socorrer a los territorios estadounidenses severamente afectados por el huracán Katrina en septiembre de ese año.
Y aun cuando Estados Unidos no aceptó entonces la ayuda que ofrecíamos, a partir de ese momento la brigada “Henry Reeve” se convirtió en un pilar central de la diplomacia cubana en Salud, cuyo esfuerzo no solo salva vidas, sino que además ratifica el compromiso de Cuba con el principio de solidaridad internacional.
Durante la lucha contra el Ébola, en el año 2014, los profesionales cubanos llegaron a tres países de África Occidental: Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry. Esa colaboración fue coordinada por la Organización Mundial de la Salud y demostró, una vez más, el principio de cooperación que define la política exterior del Gobierno cubano.
Como reconocimiento a su labor en el enfrentamiento a desastres naturales y graves epidemias, en el 2017 la OMS otorgó al contingente Henry Reeve el Premio de Salud Pública en Memoria del Dr. Lee Jong-wook, durante la 70 Asamblea Mundial de la Salud.
De igual manera, en medio de la terrible pandemia provocada por la COVID-19, los colaboradores cubanos contribuyeron a contener los efectos del virus en 42 naciones, con 58 brigadas.
En tal sentido, es imprescindible destacar cómo el compromiso mantenido por Cuba de preservar la Salud como un derecho humano fundamental, priorizando la atención médica universal y gratuita, ha tenido un reflejo también en la colaboración continua con la Organización Mundial de la Salud, la cual ha considerado al Sistema Nacional de Salud, y a la cooperación médica que fomenta, como un referente para el mundo.
Es esa una esencia que conocen muy bien los más humildes, los desprotegidos… los pueblos… porque muchas veces, cuando todos los demás fallan, ellos saben que ahí están los nuestros para ofrecerles tratamiento, respeto, acompañamiento… ternura…
Compañeras y compañeros:
Sanar sin fronteras, sin intereses geopolíticos ni condicionamientos, es esencia de nuestro Sistema sanitario, y una muestra fehaciente de nuestro respaldo a los principios que definen el paradigma de “Una Sola Salud”.
Lamentablemente, en un mundo cada vez más necesitado de globalizar la solidaridad, el ejemplo de Cuba molesta. Por eso nuestros logros en salud, solidaridad y soberanía, incomodan a quienes promueven un modelo mercantilizado e insolidario.
He ahí la clave de la feroz campaña de descrédito que desde hace años ha desatado el Gobierno de Estados Unidos contra nuestra cooperación médica internacional, llegando incluso, como sucedió el pasado 25 de febrero, a restringir las visas a funcionarios del Gobierno de Cuba, así como a cualquier otra persona en el mundo que sea “cómplice” de nuestros programas de asistencia médica en el extranjero.
Esa acción, como bien sabemos, no solo atenta contra nuestro país y la labor que realizan los cooperantes cubanos, sino que además tiene consecuencias internacionales, pues podría condicionar la asistencia médica en diversas naciones a las que llegan nuestras misiones médicas, casi siempre brindando servicios en poblaciones desatendidas o insuficientemente atendidas del Sur Global.
Esos supuestos “esclavos”, como se empeña en llamarlos el Gobierno estadounidense, han estado junto a millones de personas en los más diversos escenarios, y lo hacen con el respaldo legal y contractual correspondiente, siguiendo siempre los principios de voluntariedad… sanar es su vocación de vida.
Nuestra cooperación en materia de Salud responde a solicitudes expresas de los países y se respalda siempre en convenios de colaboración que en ocasiones cuentan incluso con la participación de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud.
Muchos de los participantes e invitados extranjeros a esta Convención, pueden dar fe de mis palabras, pues han sido testigos no solo de la altruista labor que realizan nuestros colaboradores, sino también de las presiones y amenazas que se ejerce sobre los gobiernos para cancelar convenios con Cuba.
Ninguna calumnia hará que abandonemos esa vocación humana y solidaria que define el quehacer de los trabajadores cubanos de la Salud en cualquiera de los escenarios donde brindemos servicios. Como tampoco impedirá que continuemos con nuestra labor por el mundo, la cruel política de bloqueo económico, comercial y financiero que nos impone el Gobierno de los Estados Unidos desde 1962. Esa política, vuelve cada vez más costosa para Cuba la compra de recursos imprescindibles con destino a nuestro sector, uno de los más afectados por dicha causa.
Una política de bloqueo que, como bien ustedes conocen, continúa inamovible, y cuyo impacto, unido a la inclusión de Cuba en la lista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, imponen numerosos obstáculos que inciden en la resolutividad del Sistema Nacional de Salud y nos impiden avanzar tanto como quisiéramos en la satisfacción de las necesidades básicas de la población.
El Gobierno de los Estados Unidos habla al mundo sobre violación de los derechos humanos en Cuba, y cuando eso sucede, no podemos dejar de pensar cuán violatorio de los derechos humanos de nuestro pueblo resulta ese inhumano bloqueo a que hemos sido sometidos, por ese mismo Gobierno, desde hace tantos años y que, entre otras cosas dificulta la adquisición de tecnología médica de procedencia estadounidense o con más de un 10% de componentes de ese país, así como obliga a buscar en mercados distantes, y a través de intermediarios, medicamentos, equipos, dispositivos médicos, reactivos y otros insumos utilizados en la atención médica, encareciendo el precio para su adquisición.
En medio de las crueles campañas de intoxicación mediática que buscan desacreditar a nuestros profesionales de la Salud, ellos, en los más diversos rincones del planeta, siguen defendiendo con estoicismo la vida y no dejarán de hacerlo mientras las naciones donde se encuentran así lo consideren necesario. La dignidad no se compra, se construye con hechos.
Aprovecho este espacio de diálogo común para manifestar nuestro más profundo agradecimiento a los gobiernos que, con valentía y sentido de justicia, han respaldado la colaboración médica cubana y han mantenido la presencia de nuestras brigadas de Salud en sus territorios, a pesar de las presiones y amenazas del Gobierno estadounidense.
La firme decisión de priorizar el bienestar de sus pueblos por encima de intereses políticos ajenos, es una muestra de dignidad y compromiso con la salud como derecho humano universal. Esa confianza depositada en la Medicina cubana fortalece los lazos de solidaridad y reafirma que otro mundo, más humano y cooperativo, es posible.
A todos… gracias.
No son tiempos sencillos; sobre nuestro Sistema de Salud pesan las medidas coercitivas de un bloqueo que nos limita, nos agrede, nos condiciona a carencias materiales y luego nos responsabiliza de sus efectos… pero a pesar de esos y otros tantos desafíos que tenemos por delante, Cuba seguirá defendiendo la salud como un derecho universal, un legado de esperanza… un compromiso de vida…
Compañeras y compañeros:
Aun cuando en el próximo mayo sumarán ya dos años desde que la pandemia de la COVID-19 dejó de ser considerada como una Emergencia Sanitaria de Interés Internacional, no podemos ignorar que lo vivido durante ese difícil periodo marcó un antes y un después en la historia contemporánea de la Salud global, evidenciando tanto las fortalezas como las debilidades de los sistemas sanitarios, y poniendo a prueba la capacidad de respuesta de gobiernos, instituciones científicas y sociedades.
Fue también un escenario donde se agudizaron desigualdades, se redefinieron prioridades y se visibilizó la urgencia de fortalecer la cooperación internacional aun cuando no todos los gobiernos la asumieron de igual manera.
Ese complejo panorama, reafirmó con creces el papel estratégico de la ciencia y la innovación tecnológica como herramientas para enfrentar crisis sanitarias de gran escala. En el caso de Cuba, los retos multiplicados que debimos enfrentar entonces, encontraron respuesta en un modelo de gestión científica articulado con la política pública, que permitió movilizar capacidades nacionales, generar soluciones propias y sostener una estrategia sanitaria integral y solidaria.
Las bases para ese hacer sin precedentes de la ciencia en nuestro país las encontramos en el funcionamiento de los polos científicos que existen en el territorio nacional, con una concepción organizativa que integra funcionalmente a universidades, instituciones de investigación, empresas y fábricas en torno a la materialización científica.
Esa iniciativa, nacida de los sueños e ideas de nuestro Comandante en Jefe, impulsó la integración multisectorial y la calidad de los resultados, elevando el prestigio internacional de la ciencia cubana.
Gracias a esa apuesta, actualmente contamos con instituciones capaces de desarrollar vacunas, diagnósticos, terapias innovadoras y tecnologías médicas de alto valor añadido. En plena pandemia de COVID-19, cuando el mundo clamaba por vacunas justas y equitativas, Cuba desarrolló cinco candidatos vacunales, tres de ellos convertidos en vacunas, y logró inmunizar a su población con fármacos propios, fruto de la inteligencia colectiva de sus investigadores, los profesionales de la salud y del compromiso con la vida.
Los resultados que en la actualidad muestra el Sistema Nacional de Salud están amparados por una creciente labor científica e innovadora que ha permitido el desarrollo de medicamentos, equipos médicos y vacunas que tienen su respaldo en lo alcanzado por nuestros centros de la Industria Farmacéutica y Biotecnológica, donde se aplica un marco regulador de referencia internacional y se llevan a cabo múltiples ensayos clínicos.
Solo durante el pasado año, en Cuba se ejecutaron dos mil 767 proyectos de Investigación e Innovación, cada uno de ellos tuvo como premisa esencial optimizar el funcionamiento del Sistema Nacional de Salud y en consecuencia la calidad de vida de nuestro pueblo.
La industria Biofarmacéutica, de manera particular ha creado capacidades de investigación, desarrollo, producción y comercialización en sus 51 empresas, 15 de las cuales están ubicadas en el extranjero. Los productos, tecnologías y servicios que se han ido consolidando, abarcan desde pesquisas, diagnóstico, prevención, bienestar, tratamiento hasta rehabilitación.
Su alcance incluye reactivos y sistemas diagnósticos, vacunas, medicamentos genéricos y biosimilares, biofármacos innovadores, equipos y dispositivos médicos, así como productos naturales.
Son más de 900 los productos que tienen en cartera y los proyectos de investigación y desarrollo superan los 350, en fuerte alianza con los sectores de la Salud, académico y el empresarial.
El desarrollo constante de nuestra industria Biofarmacéutica ha permitido la exportación a más de 40 países, contando además con una cifra de registros sanitarios en el ámbito mundial superior a los 750.
Entre otros resultados internacionales, podemos destacar que 13 de sus productos han recibido la medalla de oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, así como la transferencia de tecnología a diez naciones, con dominio consistente de varias plataformas tecnológicas relevantes, entre ellas la producción de biomoléculas en microorganismos y de células de organismos superiores, así como vacunas conjugadas.
Lo alcanzado por la ciencia en Cuba no solo refleja avances en el conocimiento y la innovación, sino que se traduce en beneficios concretos para la salud en su verdadera dimensión, la sostenibilidad y la equidad social. Son logros que adquieren una dimensión aún más significativa cuando se interpretan a la luz del paradigma de “Una Sola Salud”, un enfoque integrado y multidisciplinario que respalda la necesidad de políticas científicas orientadas al bien común, con énfasis en la prevención, la cooperación internacional y la resiliencia frente a amenazas globales.
Invitados, colegas, participantes:
En un mundo donde las fronteras entre la salud humana, la animal y la ambiental tienen cada vez más relación, se impone la necesidad de enfoques integrales, capaces de dar respuesta a los desafíos, complejos y sistémicos, que definen el contexto actual.
Cuba, con una larga tradición de pensamiento estratégico en Salud Pública, ha venido construyendo una visión que trasciende los límites del sector sanitario para dialogar con ciencia, sostenibilidad y solidaridad. Siguiendo ese camino, en el año 2021 el Consejo de Ministros aprobó la “Estrategia Sanitaria cubana basada en el enfoque de Una Salud para el desarrollo sostenible”, respaldando así de manera activa los presupuestos promovidos por la Organización Mundial de la Salud y reafirmando el compromiso del país con un desarrollo verdaderamente sostenible.
Dicho documento, se considera un paso trascendental en el empeño de materializar los esfuerzos nacionales para prevenir y controlar enfermedades infecciosas. Estamos convencidos que el enfoque de “Una Sola Salud”, constituye un concepto poderoso para sostener el equilibrio de la vida en el planeta entre las diferentes especies que en él habitamos.
El “Acuerdo sobre prevención, preparación y respuesta frente a pandemias”, que será presentado en la próxima Asamblea Mundial de la Salud tras varios años de negociación, se convierte en una acción de elevada relevancia para la seguridad sanitaria interregional y mundial, que por primera vez recoge en un acuerdo internacional vinculante los principios de “Una Sola Salud” y la vigilancia colaborativa.
Compañeras y compañeros:
La complejidad de los retos actuales, y de manera particular los que en el ámbito epidemiológico afectan a nuestro mundo, demandan de miradas y acciones renovadas para poder enfrentar los riesgos que ello implica.
Es responsabilidad de todos trabajar para que las políticas sanitarias que pongamos en marcha no solo aborden las necesidades inmediatas de salud, sino que a su vez promuevan un futuro sostenible y equitativo para todas las especies y ecosistemas.
Gracias a quienes han decidido acompañarnos en estas jornadas, en las cuales los convocamos a seguir intercambiando saberes, sumando voluntades, construyendo redes de cooperación real, innovando, y asumiendo colectivamente, con toda la responsabilidad que ello entraña, el paradigma de “Una Sola Salud” como principio rector del presente y el futuro de la humanidad.
Cuba reafirma en este escenario su inquebrantable compromiso con la salud como derecho de todos los seres humanos. Continuaremos desarrollando nuestro sistema sanitario, formando profesionales, compartiendo ciencia, y llevando salud allí donde se necesite, a pesar del bloqueo, de la difamación, de las amenazas.
Y lo haremos porque creemos en la esperanza… porque creemos en la humanidad… porque tenemos la certeza de que no puede haber salud humana si no hay salud para todos, que es también salud para el planeta.
No importa dónde, la Medicina cubana estará siempre al servicio de la vida.
¡Muchas gracias!