(Dakar, 9 de agosto, 2023) Hablar español en Senegal cada vez se hace más habitual; pero si se percibe en el acento alguna palabra pegadiza, de esas que los cubanos emplean en la cotidianidad, entonces todo apunta a que el gracejo viene de mucho más lejos que la excelente Facultad adscripta a la Universidad Cheikh Anta Diop.
Es el caso de un doctor con uno de los patronímicos más comunes en este país del África Occidental: Faye. Youssoupha Faye, para completar el santo y seña. Hace tiempo que se afanó en llegar a la aquella tierra de la cual había oído hablar tantas veces; la misma que trasladó en espontánea comunión de gustos el son, danzón y chachachá de la orquesta Aragón, o las canciones de Carlos Puebla: Cuba.
Descendiente de los sereres, la tercera etnia más representada en Senegal después de los wolofs y los fulani, Faye cuenta con manifiesta gratitud cómo la mayor de las Antillas le otorgó algunas de las herramientas que hoy constituyen sus valores humanistas más intrínsecos.
Han pasado algunos años desde que atravesó el Atlántico para estudiar Medicina Deportiva, y hoy, su experiencia como fisioterapeuta y kinesiólogo le granjean honores dentro del sector profesional en su país.
“Las palabras nunca son las mismas para mí cuando se trata de hablar de Cuba, esa bella isla del Caribe. Cuba, ha realizado el sueño de millones de jóvenes en el mundo, y yo, tuve la suerte de ser parte de ellos. Ese país me ha dado una formación que, no solo ha hecho de mí un profesional reconocido, sino también -y sobre todo- un ser humano que sigue ayudando a la humanidad”, comenta emocionado.
Además del amor sincero que confiesa le prodigaron sus compañeros cubanos durante la carrera, el doctor Faye vivió intensamente las nobles aventuras de cualquier nacido o residente en La Habana: ómnibus llenos donde siempre cabe un mortal más, largas caminatas por el muro del malecón, el Coppelia y sus interminables colas, algún que otro ciclón, y aunque no lo confiese por pudor o discreción, seguro, el amor.
Tales escenas cotidianas pudieran ser incontables. Sin embargo, dentro de sus vivencias mejor atesoradas se hallan las cualidades que dijo poseen todos los cubanos, dispuestos a ayudarte, aún sin conocerte, y sin esperar absolutamente nada de vuelta.
“Para mí resulta imposible olvidar a Cuba, país que siempre ha respondido presente ante las necesidades de todos los seres humanos en general y los africanos en particular. La reciente situación de la COVID-19 constituye un ejemplo vivo. Los médicos cubanos llegaron a diversas partes del mundo”, añadió.
Hoy, además de ser un promotor espontáneo de las capacidades del sistema educativo cubano en la formación de especialistas en cualquier rama del saber, Faye se plantea una necesidad espiritual: hacer realidad algún proyecto de conjunto con las academias que en Cuba van a la vanguardia en investigaciones y programas contra enfermedades neurodegenerativas. Un paso importante, dijo, sería poder acercar esos saberes a los senegaleses.
La infraestructura de investigación y puesta en marcha de tecnologías en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, así como servicios clínicos y no clínicos rigurosamente organizados, motivan al experto senegalés durante sus viajes a La Habana.
Además de los conocidos aspectos relacionados con el calor humano y consagración de los profesionales cubanos, el doctor Faye pretende concretar ideas, por ejemplo, en el Centro Internacional de Restauración Neurológica, CIREN, una de las más prestigiosas instituciones científico-médicas no solo del Caribe, sino además del mundo. Por eso su Director General, Hector Vera Cuesta, sostuvo un ameno encuentro donde el visitante pudo acceder a toda la información necesaria.
“Personalmente, quisiera mejorar aún más las relaciones entre Senegal y Cuba, para acercar los pueblos y reforzar los enlaces que durante 49 años han marcado el vínculo diplomático”, resaltó.
Y lo está haciendo. Porque los testimonios de los cientos de miles de estudiantes africanos que alguna vez han respirado el aire antillano, ya sea en la pionera Isla de la Juventud, o en plena Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana, hoy devienen embajadores indirectos e indiscutibles de la tradición solidaria de la Revolución.
Imbuido por el léxico popular que no citaremos pero que en su voz suena a algún populoso barrio habanero, Youssoupha Faye quiso cerrar la conversación de manera más solemne, quizás aludiendo a algún ancestro serer que alternaba su fervor antiguo y sagrado con algo muy parecido a la poesía: “Hoy quisiera ser poeta para cantar todas las maravillas que Cuba ha hecho de mi vida, que siempre pensándolas, me hacen feliz, feliz, feliz…
(EmbaCuba Senegal)