Asunción, Paraguay. El Comandante Che Guevara fue capturado herido el 8 de octubre de 1967 en la Quebrada del Yuro, tras un enfrentamiento con una patrulla de militares bolivianos al mando del Capitán Gary Prado, y llevado a la escuela de La Higuera, donde fue vilmente asesinado por el sargento Mario Terán el 9 de octubre por orden del presidente boliviano René Barrientos y con la participación de agentes de la CIA, como Félix García.
Tras su muerte, las autoridades bolivianas dieron la versión de que había fallecido por las heridas en combate, pero realmente la ejecución se llevó a cabo contra su cuerpo inerte, estando desarmado y totalmente indefenso, con dos ráfagas: la primera impactó en sus piernas y la segunda en su brazo, hombro y corazón. Su cuerpo fue exhibido en el hospital de Vallegrande, luego sus manos fueron amputadas por sus asesinos para mostrarlas como identificación, y sus restos fueron en una fosa común.
En julio de 1997, debido a las arduas acciones emprendidas por el gobierno cubano, sus restos fueron encontrados, identificados y trasladados a Cuba, donde se encuentran, junto a los del resto de guerrilleros caídos, en el majestuoso mausoleo en su honor en la ciudad de Santa Clara, cuya liberación lideró al finalizar la lucha armada que condujo al triunfo de la Revolución Cubana, por lo que también pasó a la historia como el Héroe de Santa Clara.
Como afirmó Fidel el 8 de octubre de 1997 en el Informe Central al V Congreso del Partido Comunista de Cuba: “Cuando los hombres escogen el deber y el honor, cuando escogen lo que es justo, es precisamente cuando más viven, porque viven mientras viva una idea, y las ideas no mueren, las causas justas se perpetúan a lo largo de los tiempos”.
El mundo seguirá ponderando la vehemencia de las ideas con que Fidel defendió siempre la pureza y virilidad de ese gran ser humano que es el Che, que en Cuba fue artífice del trabajo voluntario al triunfo de la Revolución y para la humanidad se convirtió en símbolo del internacionalismo. Muestra de ello fue que más de una generación de cubanos, incluida la del autor de estas notas, proyectó su ejemplo con el deleite que producía escoger su nombre al nacer un hijo. Gloria Eterna! Hasta la Victoria Siempre! Che Comandante, Amigo!