Un país de encrucijadas

Discurso pronunciado por el embajador de Cuba en Perú, Sergio González, en conversatorio en homenaje a los 60 años del triunfo de la Revolución cubana, en el Sindicato Telefónico - Lima, 8 de enero de 2019.

Cuba es país de encrucijadas: fue puerta de acceso al encuentro entre dos mundos, uno de los primeros en ser colonizado, el último en independizarse del imperio español y, luego, el primero en que triunfó una revolución socialista en las Américas.

Nuestro karma es el de la resistencia. Al principio, Cuba fue exterminada. Su población aborigen y autóctona no pudo sobrevivir, a diferencia de lo que ocurrió en el resto de la América Latina. Se repobló con españoles colonizadores y negros esclavos para dar lugar a una mezcla a la que se añadieron otros componentes étnicos posteriormente. Y de esa mezcla se forjó la nacionalidad cubana, uno de cuyos rasgos más notables es su irreductible espíritu de rebeldía y la sed de justicia.

Luego de la independencia formal, alcanzada en 1902, se inició un largo período de opresión bajo gobiernos corruptos y serviles a los designios hegemónicos de la potencia imperialista norteamericana. Se padeció una larga noche. Parecía que se apagaba la llama redentora del pueblo, aunque no faltaron figuras y luchas notables. Parecía, como dijo Fidel en el juicio del Moncada, “que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario (1953), que su memoria se extinguiría para siempre”.

Pero no fue así. Existió el asalto al Moncada y la generación del Centenario, que encabezó la lucha por la verdadera independencia, conquistada esta vez sí, plenamente, hace 60 años y 8 días.

Al triunfo que hoy celebramos siguieron nuevos obstáculos, aunque esperados. Nos impusieron una guerra sucia, bloqueos y un rosario de agresiones, que no cesan.

En pleno siglo XX estuvimos a punto de ser nuevamente exterminados, cuando los EEUU decretaron el bloqueo naval y sopesaron un golpe aéreo masivo y aniquilador o una invasión en regla, entre las opciones para obligar a los soviéticos a retirar los cohetes estratégicos, que se habían instalado en la Isla conforme a derecho internacional, justamente para contrarrestar las amenazas de agresión militar directa por el ejército norteamericano.

Y de nuevo, la resistencia heroica, encabezada por Fidel nos permitió sobrevivir. No hay mejor definición de ese momento que la que hizo el Che en su carta de despedida al Comandante en Jefe: “Sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista”.

En los 90, la caída del Socialismo en Europa fue como un apagón para el movimiento progresista y revolucionario mundial. Las consecuencias para Cuba fueron peores. De la noche a la mañana, nos quedamos sin el 85% de nuestro mercado, sin insumos y sin combustibles para funcionar como país. Los sempiternos sepultureros de la Revolución creyeron que esta vez había llegado el momento final. Pero otra vez nuestro pueblo sobrevivió. Sobrevivió no solo a la embestida económica, a las presiones políticas, a las amenazas militares. También lo hizo frente al descalabro moral que sobrevino. Esa vez las circunstancias pusieron a nuestro humilde país al frente de la resistencia mundial, ya no solo de nuestra supervivencia.

Esa dialéctica agresión-resistencia está lejos de ser superada. El afán genocida de nuestros enemigos persiste. Se ha traducido en el terrible saldo de 3 478 muertos y 2 099 incapacitados; las campañas de mentiras para denigrar a la Revolución y a sus líderes; el bloqueo económico, comercial y financiero que nos cuesta, cada día, 12 millones de USD, cada año, 4,321 millones de USD; y otras acciones políticas y diplomáticas con el fin de aislarnos.

Como señaló Raúl hace poco: “la Revolución … no ha tenido, a lo largo de 60 años, un minuto de sosiego. Ya vamos por 12 administraciones norteamericanas que no han cejado en el empeño de forzar un cambio de régimen en Cuba utilizando una u otra vía, con mayor o menor agresividad”.

La retórica y acciones del gobierno norteamericano y el acompañamiento de algunos gobiernos lacayos, nos mantiene en guardia. Washington está sacando de sus harapos a la Doctrina Monroe, para intentar doblegar la elección de los países progresistas y el espíritu anti capitalista y anti neoliberal de la región.

En espiral creciente, la actual administración norteamericana pretende culpar a Cuba de todos los males de la región. Siempre hemos dicho que las revoluciones no pueden ser exportadas; pero tampoco impedidas. Las causas que las provocan siguen hoy vigentes en todo el continente y gran parte del resto del Mundo.

Hemos soportado y aprendido a vivir en un escenario de confrontación, aunque no lo deseamos. Preferimos convivir civilizadamente, en una relación de paz, respeto y mutuo beneficio con los Estados Unidos; pero estamos resueltos y preparados para resistir cualquier otro escenario, el más difícil de ellos, si las más lúcidas corrientes de opinión de ese país no logran contener los desatinos de su gobierno.

No habrá amenaza o designio en esta tierra que nos haga desistir de nuestra solidaridad con la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Venezuela no es una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos, ni su Presidente, el producto de un golpe de Estado o de la archi llevada y traída alteración del orden democrático.

Cuba ya sufrió prácticamente todos los actos de agresión del repertorio que hoy se emplea contra Venezuela y Nicaragua. Vaya nuestra solidaria plena con los gobiernos y pueblos venezolano y nicaragüense.

El 23 de agosto de 1960, en la séptima reunión de cancilleres de la OEA, realizada en San José de Costa Rica, Estados Unidos pretendió la condena a Cuba por haberse proclamado socialista. Esperaban que los países miembros apoyarían su iniciativa, que daría paso a una escalada de acciones para aislar y doblegar al gobierno cubano.

Sin embargo, el entonces ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Raúl Porras Barrenechea, quien presidió la comitiva peruana, se expresó una opinión contraria a la de la mayoría de delegaciones reunidas.

Porras Barrenechea ofreció una pieza de dignidad de los pueblos latinoamericanos en defensa de la independencia y la soberanía cubanas, desobedeciendo a Prado, entonces mandatario peruano. A su regreso a Lima, el canciller no fue recibido por un edecán del Gobierno en el aeropuerto, como correspondía; ni convocado a despacho, como de usual consideración.

Presentó su renuncia, después de lo cual, a los pocos días, sufrió un infarto que apagó su connotada vida. El gobierno cubano envió una ofrenda floral, consciente de lo hecho por Porras en San José. Nuestro gobierno y pueblo rinden homenaje eterno a Porras, tan vigente como quizás no imaginó.

Compañeras y compañeros:

La Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó en diciembre la nueva Constitución de la República, la cual será sometida a referendo el próximo 24 de febrero.

Durante tres meses, se produjo un amplio proceso de consulta en más de 133 mil asambleas, en las que los ciudadanos expresaron libremente sus opiniones sobre el contenido del Proyecto. De ellas, derivó la modificación del 60 % de los artículos de la primera versión.

La epopeya heroica de nuestro pueblo va haciendo trizas los mitos de los plumíferos de la reacción. No pueden ocultar más que en Cuba se celebran elecciones, que estas no son partidistas, ni que el único partido no es electoral, que los Castros no estaban atornillados al poder, que hay un estado de legalidad y de derecho en el país, donde sus ciudadanos adoptan en el más pleno ejercicio de su democracia la más importante de sus decisiones: la ley de leyes que rige sus destinos.

A 6 décadas del Triunfo de la Revolución, que consagró los anhelos de independencia y dignidad de los cubanos, a 150 años de la primera constitución, podemos mirar con satisfacción una trayectoria gloriosa, un país libre y confiar en que, siendo dueños de nuestro destino, este será pleno, más socialista y próspero.

¡Viva Revolución! Viva el Perú! Viva Cuba! Viva la Patria Grande!

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