A Carlos Manuel de Céspedes suelen llamarle, por su impronta en nuestra primera guerra independentista, el Hombre de la decisión. No dudó en iniciar la contienda, en su ingenio Demajagua, el 10 de octubre de 1868, cuando algunos vacilaban y proponían aplazamientos que, de haberse concretado, hubieran sido un suicidio para la causa libertadora.
Pero no podemos reducir al abogado bayamés solo a la condición de iniciador de la contienda, de haber sido el «primero en obrar».
“…hoy podemos mandar 50; dentro de ocho o diez años no se sabe cuántos, y a nuestros pueblos hermanos podremos darles ayuda”. Así profetizaba el 17 de octubre de 1962, en la apertura del Instituto de Ciencias Básicas Preclínicas “Victoria de Girón”, el entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, Fidel Castro Ruz, lo que en materia de salud germinaría del quehacer humanista de la Revolución cubana.