Aquellos plátanos en tentación, la champola de guanábana, la enchilada de cangrejos, el dulce de papaya, la mano para criar los cerdos, la sabiduría de lo vivido, la madre-abuela-hermana, la jocosidad y magia de la tía Clari…Todo, todo eso, nos lo quitó la Covid. El tío Israel, por su parte, tampoco lo ha logrado.
Nadie podrá digitar ni manipular ni reducir la dignidad de un pueblo, su espíritu de lucha, su decisión de no renunciar a su soberanía. Nada hará claudicar al pueblo cubano. Nada hará que abandone sus aspiraciones de construir una sociedad socialista, próspera y sostenible. No habrá fuerza que consiga esclavizarlo ni retro traerlo a la condición de neocolonia norteamericana.
No es la Revolución la que llama al enfrentamiento y violencia entre compatriotas, pero la Revolución no renunciará a su estado de derecho, ni nuestro pueblo a las aspiraciones de justicia social y de construcción de una sociedad socialista, próspera y sostenible, que ha consagrado en la Constitución.