Es el más cruel e inhumano en la historia de la humanidad.
El bloqueo genocida impuesto por Estados Unidos contra Cuba es el más largo, cruel e inhumano de la historia de la humanidad. Tanta prepotencia imperial ha causado la muerte de adultos y niños por falta de medicinas que Washington ha impedido ingresar, y al mismo tiempo ha ocasionado pérdidas económicas a la Isla de Martí y Fidel, por una suma superior a los diez mil millones de dólares.
Tienen razón los que sostienen que el bloqueo económico, comercial y financiero es un acto de guerra impuesto unilateralmente por Estados Unidos contra Cuba. Este ha evolucionado y se ha endurecido a lo largo de más de 60 años. El odio yanqui contra Cuba comenzó a expresarse con la cancelación de la cuota azucarera cubana en el mercado estadounidense en junio de 1959, y se oficializó el 7 de febrero de 1962 con la aplicación de la Sección 620a de la Ley de Ayuda Extranjera, que estaba vigente desde septiembre de 1961, cuando el presidente John F. Kennedy, prohibió totalmente la importación de mercancías de origen cubano. Posteriormente, se fueron sumando otras prohibiciones y agresiones armadas y terroristas contra Cuba.
En 1992, la Ley Torricelli codificó por primera vez las prohibiciones del bloqueo, haciéndolo extraterritorial, lo cual significa fijar sanciones a terceras naciones donde radiquen subsidiarias de empresas estadounidenses y a los barcos que comerciaran con Cuba. La Ley Helms-Burton lo recrudeció, internacionalizó y afianzó en 1996. Con posterioridad, otros actos legislativos como las leyes de presupuesto federal y la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones del año 2000, incorporaron otras prohibiciones, como la denegación de financiamiento a las ventas de productos agrícolas a Cuba y la prohibición del viaje de ciudadanos estadounidenses como turistas.
Se pensaría que con la llegada de Joe Biden a la Presidencia las cosas serían distintas. Especialmente porque en 2016, el último año de Barack Obama en la Casa Blanca y de Biden como vicepresidente, Estados Unidos se abstuvo por primera vez en la historia de votar en contra de la resolución a favor de los cubanos que se debatía en la ONU.
Pero Biden ya lo había dejado claro durante su campaña presidencial. Cuba no es una prioridad de su administración. Tan solo prometió revertir algunas de las severas medidas de Trump contra la isla que “han infligido daño al pueblo cubano y no han hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos”. Una promesa que yace sobre el tintero.
La Asamblea General de la ONU, con excepción del año 2020 que no se realizó por los problemas derivados de la pandemia de Covid-19, siempre ha exigido a Estados Unidos terminar con el embargo, pero el imperio desoye, con total prepotencia, el mandato de la ONU. Por el contrario, las sanciones económicas recrudecen y aumentan según el capricho o la necesidad política de los gobernantes estadounidenses sean republicanos o demócratas. Fidel Castro ya lo dijo. Demócratas o republicanos son el mismo perro con otro collar.
Todos los años la Asamblea General de la ONU condena el embargo. Los únicos países que votan en contra son Estados Unidos e Israel. Otros países como Colombia, Brasil y Ucrania, cipayos del impero se abstuvieron.
El analista Andrés Suárez Jaramillo considera que se pensaría que con la llegada de Joe Biden a la Presidencia las cosas serían distintas. Especialmente porque en 2016, el último año de Barack Obama en la Casa Blanca y de Biden como vicepresidente, Estados Unidos se abstuvo por primera vez en la historia de votar en contra de la resolución a favor de los cubanos”.
Pero Biden ya lo había dejado claro durante su campaña presidencial. Cuba no es una prioridad de su administración. Tan solo prometió revertir algunas de las severas medidas de Trump contra la isla con el manido pretexto imperial que en Cuba se “han infligido daño al pueblo cubano y no han hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos”. Falsedad total y absoluta sin mirar siquiera que, dentro de Estados Unidos, todos los días se violan los derechos humanos de millones de pobres, de negros, de latinos y otras minorías étnicas
Al comentar la votación en la Asamblea General de la ONU, el presidente Miguel Díaz-Canel, decía: “Contundente victoria! El discurso imperial cínico, mentiroso y calumnioso es tan inmoral, descarado y obsoleto como lo es el criminal bloqueo. El mundo está con Cuba”.
En el caso cubano, la definición de ‘embargo’ es la de una prohibición legal por parte de Estados Unidos para restringir la salida de embarcaciones o el movimiento de mercancías desde y hacia Cuba.
Desde La Habana se calcula que las pérdidas -en el último año- fueron superiores a los 9.157 millones de dólares que dejó de percibir el país por el cerco comercial y financiero que ejerce Estados Unidos.
El bloqueo es genocida porque inclusive ha perjudicado a Cuba, en su capacidad de reacción para contener la pandemia de Covid-19. El canciller Rodríguez denunció que las sanciones han menguado el flujo de cartera de su país para adquirir los equipos médicos necesarios en el desarrollo de sus vacunas propias contra el COVID-19. “Como el virus, el bloqueo asfixia y mata”, sentenció Rodríguez en la Asamblea General de la ONU.
Y esa es la realidad que se repite desde hace más de sesenta años. Fue el presidente John Fitzgerald Kennedy el mayor sancionador y el iniciador del genocida bloqueo a Cuba. Fue ese presidente el que tensó a niveles máximos el infame bloqueo y fue ese presidente el que apoyó la cobarde y fallida invasión de Bahía Cochinos por parte de exiliados cubanos financiados, entrenados y apoyados por la CIA para derrocar a Fidel Castro; y fue durante ese gobierno lo que se conoce como la crisis de los misiles “que puso en jaque al mundo, al conocerse que la Unión Soviética tenía armas nucleares en la isla que apuntaban a Estados Unidos.
Dichos eventos de comienzos de la década de 1960 fueron suficientes para que el Congreso estadounidense embargara a Cuba en todos los aspectos, sin importar que se tratara de alimentos o medicinas. Un golpe comercial y financiero estruendoso para Cuba, si se tiene en cuenta que, para la fecha, alrededor del 73% de las exportaciones y el 70% de las importaciones cubanas se realizaban con su vecino norteamericano.
Aunque Cuba resistió el bloqueo gracias al apoyo de su aliado soviético, con la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS en 1991, su economía quedó a la deriva. Fueron los años más duros para La Habana, pues Estados Unidos recrudeció las sanciones comerciales con la Ley Helms-Burton Act, que prohibía a cualquier estadounidense hacer negocios, sin importar la índole, con Cuba. Y para rematar, Bill Clinton les prohibió a las filiales extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con la isla por valores superiores a 700 millones de dólares anuales.
Desde entonces, Cuba ha sorteado su flujo comercial y financiero con otros países del mundo como Venezuela y China. Entre tanto y por más de 30 años, la ONU ha persistido en revocar el embargo que le inflige Estados Unidos, sin mayores resultados, según Suárez Jaramillo.
Por su parte, la Dra. C. Magda Luisa Arias Rivera, Primera Secretaria, Embajada de Cuba en Argentina decía que en la actual coyuntura es necesario actualizar lo ocurrido respecto al bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, que nunca ha sido pretexto ni justificación para el desarrollo de la Nación. Su contenido legal, la sistematicidad y rigor de su aplicación, así como los efectos que produce en la economía y la sociedad cubana, son muchas veces desconocidos. Sin embargo, los daños causados y frente a ellos, la voluntad y acciones emprendidas por el gobierno y el pueblo cubano para contrarrestarlos, expresan una decisión irreductible de mantener y desarrollar su propio proyecto socialista de desarrollo nacional a respetar.
El bloqueo económico, comercial y financiero es un acto de guerra en tiempos de paz impuesto unilateralmente por Estados Unidos contra Cuba. Este ha evolucionado y se ha endurecido a lo largo de más de 60 años.
Comenzó con la cancelación de la cuota azucarera cubana en el mercado estadounidense en junio de 1959, y se oficializó el 7 de febrero de 1962 con la aplicación de la Sección 620a de la Ley de Ayuda Extranjera, que estaba vigente desde septiembre de 1961, cuando el presidente John F. Kennedy, prohibió totalmente la importación de mercancías de origen cubano. Posteriormente, se fueron sumando otras prohibiciones.
En 1992, la Ley Torricelli codificó por primera vez las prohibiciones del bloqueo, haciéndolo extraterritorial, lo cual significa fijar sanciones a terceras naciones donde radiquen subsidiarias de empresas estadounidenses y a los barcos que comerciaran con Cuba. La Ley Helms-Burton lo recrudeció, internacionalizó y afianzó en 1996. Con posterioridad, otros actos legislativos como las leyes de presupuesto federal y la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones del año 2000, incorporaron otras prohibiciones, como la denegación de financiamiento a las ventas de productos agrícolas a Cuba y la prohibición del viaje de ciudadanos estadounidenses como turistas.
Durante el gobierno de Donald Trump se adoptaron, adicionalmente, otras 243 medidas contra Cuba. Entre ellas; la eliminación de los viajes de los cruceros y de vuelos de aerolíneas estadounidenses a toda la Isla, exceptuando a La Habana; cancelación de los servicios consulares en Cuba y su ubicación en terceros países; impedimento de transacciones bancarias; limitación primero y cese después de las transferencias bancarias de ciudadanos (privados) y el cierre ulterior de las operaciones de la empresa Western Unión; las sanciones a empresas cubanas; la persecución de petroleras, aseguradoras, navieras e, incluso, tripulaciones que transportaran gas licuado o petróleo a la Isla. El colofón de todo ello fue la inclusión de Cuba en una lista arbitraria y unilateral de estados que, según Washington, patrocinan el terrorismo internacional, lo cual tiene efectos importantes en las relaciones financieras internacionales de nuestro país.
Todas las medidas aplicadas con rigor quirúrgico obligan a recurrir a intermediarios para acceder a determinados productos, pagar más por concepto de seguro y flete, así como encarar el incremento de las comisiones que aplican las entidades bancario-financieras. De esta forma, se produce una elevación sustancial y antinatural de los gastos que deben asumir las empresas cubanas.
Hoy el bloqueo incluye un conjunto de medidas de agresión y coacción económica, con la declarada intención de aislar, asfixiar e inmovilizar a Cuba y crear malestar en la población cubana para debilitar su decisión de ser soberanos y continuar por la vía socialista, tratando de restar apoyo a la Revolución. Un memorándum secreto del 6 de abril de 1960 del Subsecretario Asistente para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, fija como estrategia de lucha contra la revolución cubana, privar al país de recursos materiales y financieros para generar malestar y lograr la rendición por hambre, sufrimiento y desesperación. Desde entonces, Estados Unidos sigue la misma estrategia.
En el Discurso de clausura del Encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba, en noviembre de 1994, el Comandante en Jefe Fidel Castro explicó: “[…] el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, guerra económica; es la persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de Cuba en cualquier parte del mundo- Estados Unidos trabaja activamente, a través de sus canales diplomáticos, a través de sus embajadas, para presionar a cualquier país que quiera comerciar con Cuba, para presionar a cualquier empresa que desee comerciar o invertir en Cuba, para presionar y castigar a cualquier barco que transporte mercancías a Cuba-; es la guerra universal, con ese inmenso poderío a su favor, contra la economía de nuestro país, al extremo de realizar gestiones individuales, incluso, con personas, con individuos que intentan desarrollar cualquier actividad económica en relación con nuestro país.”
No se trata de un embargo, como algunos refieren y se dice en inglés, porque no es una orden judicial emitida para asegurar mediante la retención de bienes, el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente. En realidad es un acto de guerra, adoptado en el marco de la Ley de Comercio con el enemigo de 1917, que le otorga al presidente la facultad para restringir el comercio con países hostiles a Estados Unidos y la posibilidad de aplicar sanciones económicas en tiempo de guerra o en cualquier otro período de emergencia nacional, y prohíbe el comercio con el enemigo o aliados del enemigo durante conflictos bélicos, cuya aplicación no se justifica en tiempo de paz, especialmente de manera sostenida y prolongada. Cuba nunca ha sido deudora de aquel país, no ha cometido algún delito contra esa nación, ni representa un peligro para su seguridad nacional. Sin embargo, es el único país para el cual está hoy vigente esta legislación.
El bloqueo contraviene los principios fundamentales del Derecho internacional: la igualdad soberana, la no intervención en los asuntos internos de los estados, el respeto a la independencia y libre determinación, el derecho a la nacionalización de bienes por interés público; además de violar de forma masiva y flagrante los derechos humanos de los cubanos. Según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948, el bloqueo califica también como un «crimen internacional de genocidio».
Durante su aplicación, el bloqueo ha causado pérdidas que ascienden a 147 mil 853 millones de dólares y el valor en oro de su costo para Cuba ha sido de un billón 377 mil millones. Afecta a todos los sectores de la economía, impide el acceso a materiales, productos y servicios del mercado internacional, y causa daños al sector privado y a terceros países por su carácter extraterritorial.
¿Quién le otorgó a Estados Unidos la facultad de imponer sanciones a Estados libres, soberanos e independientes o a ciudadanos prestantes de cualquier país? Nadie, pero todas las acciones ilegales y criminales, se fundamentan en su poder militar, económico y en la sumisión y obediencia ciega de las derechas políticas y económicas de todo el mundo y en los gobiernos títeres y lacayos del imperio. Inclusive secuestra a ciudadanos de cualquier país residentes en otro Estados y los llevan a Estados Unidos para juzgarlos por una serie de delitos y al fin los condenan, generalmente, a cadena perpetua.
En ese sentido, “las sanciones estadounidenses afectan no solo a los ciudadanos cubanos, sino también a entidades de terceros países que buscan hacer negocios con Cuba. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos autoriza licencias y sanciona infracciones aplicando responsabilidad civil cuando detecta violaciones del Reglamento de Control de Activos Cubanos (CACR). Sólo entre los años 2009 y el 2016, durante el gobierno de Barak Obama, fueron impuestas 52 multas por violaciones de los regímenes de sanciones contra Cuba y otros países, por un monto de 14 mil 404 millones 358 mil 605 dólares.
Entre los daños ocasionados a Cuba se encuentran los ingresos dejados de recibir por concepto de exportaciones y servicios, las pérdidas por reubicación geográfica del comercio, el deterioro de la producción y los servicios en el país, la escases de alimentos, combustibles, medicinas y piezas de repuesto, la dificultad para acceder a tecnologías de punta, la disminución de los servicios a la población, las afectaciones monetarias y financieras, la emigración y eventualmente el fallecimiento de personas a las que se ha negado el acceso a un medicamento o tecnología de salud disponible solo en Estados Unidos.
Solo entre abril de 2019 y diciembre de 2021, el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba causó pérdidas superiores en el orden de los 10.000 millones de dólares. El Departamento de Transporte de Estados Unidos denegó el 18 de noviembre de 2020 la solicitud de varias aerolíneas para llevar ayuda humanitaria a Cuba. También impidió enviar la donación de la empresa Alibaba y la Fundación Jack Ma de mascarillas, kits de diagnóstico rápido y ventiladores -que había logrado llegar a más de medio centenar de países en todo el mundo- porque la empresa estadounidense contratada para hacerlo, declinó a última hora, ya que las regulaciones del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra el país de destino se lo impedían. De igual forma, un banco involucrado en la transacción de materias primas para producir medicamentos, decidió no realizar el pago por temor a ser sancionado por el gobierno de los Estados Unidos.
Dentro del gobierno estadounidense hay quienes opinan que se debe poner fin al bloqueo porque es una política anacrónica e ineficaz, que no ha logrado ni logrará su objetivo, y ha terminado por desacreditar y aislar a los propios Estados Unidos. No obstante, las sucesivas administraciones insisten en justificarlo, alegando razones tales como la nacionalización no compensada de propiedades de estadounidenses, el peligro de Cuba para su seguridad por su relación con la extinta Unión Soviética, el ejemplo que Cuba representa para América Latina y el Caribe, el respaldo a los pueblos de África en su lucha de descolonización, el rechazo a asumir la Perestroika como opción al socialismo, el apoyo a Venezuela, las supuestas violaciones de derechos humanos y una alegada falta de democracia, entre otras.
Los analistas del bloqueo coinciden en afirmar que “el bloqueo de Estados Unidos se complementa con una intensa campaña de difamación, demonización e injerencia política en los asuntos internos cubanos; con programas de subversión a los que el gobierno dedica cada año decenas de millones de dólares del presupuesto federal y sumas adicionales de fondos encubiertos. No es legal ni ético que el gobierno de una superpotencia someta a una nación pequeña, por décadas, a una guerra económica para imponerle un sistema político ajeno y un gobierno perfilado a su gusto.
En medio de esta guerra desigual y prolongada, Cuba ha alcanzado logros indiscutibles, tales como erradicar la pobreza extrema y el hambre, ofrecer servicios educativos, culturales y sanitarios universales, gratuitos y de calidad a toda la población, promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, reducir la mortalidad de los niños menores de cinco años, invertir cerca de la tercera parte del Producto Interno Bruto (PIB) en programas sociales, desarrollar la cultura física y el deporte, masificar la cultura, elevar la esperanza de vida, alcanzar un alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), crear una base productiva e industrial nacional, desarrollar la ciencia y la tecnología, promover y practicar la cooperación internacional y erigir capacidades para producir medicamentos y vacunas propios.
Por su parte, Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) sostiene que la ex Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton afirma en su libro "Hard Choices" (Opciones Difíciles) que exhortó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a levantar el bloqueo contra Cuba por considerarlo contraproducente.
Desde hace más de 50 años, el gobierno de Washington mantiene un cerco económico, comercial y financiero contra la nación caribeña y, según estimaciones oficiales, ha costado a su pueblo más de un billón 157 mil 327 millones de dólares, reseña Prensa Latina.
El argumento principal que según Clinton dio al jefe de la Casa Blanca fue que la medida punitiva dejó de ser conveniente para Estados Unidos y no fomentaba los supuestos cambios que se pretende estimular en el país antillano, según fragmentos de la obra que reseñan también otros temas polémicos de política exterior", señala el periódico cubano Granma.
Y el embargo se mantiene muy a pesar de las numerosas resoluciones de la antigua Comisión de Derechos Humanos, la Asamblea General y el propio Consejo de Derechos Humanos, así como reiteradas Declaraciones Políticas aprobadas en importantes Cumbres y Conferencias Internacionales auspiciadas por las Naciones Unidas que, han dictaminado que la aplicación de medidas económicas coercitivas unilaterales es violatoria de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
Más aún, desde fechas tan tempranas como 1970, la Asamblea General de Naciones Unidas dispuso claramente en que ningún Estado puede usar o alentar el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier otro tipo para coaccionar a otro Estado, con vista a obtener la subordinación del ejercicio de sus derechos soberanos u obtener de este ventajas de cualquier tipo, lo cual quedó refrendado en La Declaración sobre los principios del Derecho Internacional, referente a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados. “Estados Unidos ha adoptado y aplicado a largo de estos años distintas leyes y medidas coercitivas unilaterales contra Cuba. Entre las más conocidas y repudiadas internacionalmente sobresalen las llamadas leyes Torricelli de 1992 y Helms-Burton de 1996, cuyas disposiciones son contrarias a la Carta de las Naciones Unidas, violatorias del Derecho Internacional vigente y de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Mediante estas leyes, de marcado carácter extraterritorial, el Gobierno de Estados Unidos ha reforzado y extendido a terceros Estados, sus empresas, y ciudadanos, la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero, que ha impuesto contra Cuba por 50 años. “Los daños provocados por el carácter extraterritorial de las medidas coercitivas unilaterales se multiplican por la importante participación de los Estados Unidos y sus empresas en el comercio y las inversiones transnacionales. Tanto las inversiones de empresas de terceros países en los EE.UU., como las norteamericanas en el exterior, fundamentalmente en la forma de fusiones y adquisiciones totales o parciales de empresas, agravan los efectos extraterritoriales de estas medidas, al reducir el espacio económico externo de Cuba y hacer más difícil, a veces imposible, la búsqueda de socios y suministradores para sortear el férreo bloqueo norteamericano. Más de las dos terceras partes de la población cubana (70%) han nacido y vivido siendo objeto de las medidas coercitivas unilaterales aplicadas por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. Según cálculos muy conservadores el daño directo a Cuba como resultado del bloqueo, hasta diciembre del 2008, supera los miles de millones de dólares. No es difícil imaginar el progreso que Cuba habría alcanzado y del cual se le ha privado, si durante estos 60 años no hubiese estado sometida a estas medidas coercitivas unilaterales de bloqueo”
Igualmente se debe destacar que el gobierno imperial, sea republicano o demócrata, siempre ha intensificado sus intentos de fomentar la subversión en Cuba reclutando a mercenarios dispuestos a vender sus servicios a cambio de una parte de los millones de USD aprobados en Washington para tales fines. El objetivo último no es otro que privar al pueblo cubano de su soberanía y del ejercicio de su derecho a la libre determinación” internacional. La aplicación de esta política de bloqueo continúa siendo el principal obstáculo al desarrollo económico y social de Cuba y constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo y una trasgresión al derecho a la paz, el desarrollo y la seguridad de un Estado soberano.
El bloqueo estadounidense ha sido y es el principal obstáculo para el desarrollo de Cuba. Se trata de casi sesenta años de carencia de alimentos y medicinas, la imposibilidad de conseguir repuestos para las maquinarias que se deterioran o el transporte público, la falta de materiales escolares, o incluso las restricciones impuestas a quienes desean hacer donaciones solidarias al pueblo cubano. Ante tanta crueldad, los cubanos han sido creativos y resisten heroicamente al infame bloqueo y al peor de los cercos económicos, que ha pretendido asfixiar a la nación, afirma Angélica Paredes
El bloqueo a Cuba no afecta sólo a los residentes en la isla caribeña, o aquellos que han emigrado, sino también a todos los extranjeros que deciden visitar ese país, al comercio internacional, y por lo tanto a empresarios y trabajadores de cualquier nacionalidad.
Con excepción de los mismos Estados Unidos, Israel y algún otro gobierno cipayo, la condena al bloqueo es mundial.
COMITÉ INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA PARA AMÉRICA LATINA
- CISPAL-
Tomado de: http://www.revistasiempre.com/Articulo.php?codigo=2399&titulo=EL%20IMPER...