Intervención del Viceministro Primero de Relaciones Exteriores, Marcelino Medina durante la reunión plenaria de la Conferencia de Desarme

Ginebra, 27 de febrero de 2019

 Señor Presidente:

Salvaguardar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra y de los nefastos sufrimientos que provoca, trabajar incansablemente por preservar la paz y la seguridad internacionales, y fomentar entre las naciones las relaciones de amistad basadas en el respeto a los principios de la igualdad soberana y la libre determinación de los pueblos, debe seguir siendo un compromiso de la Organización de Naciones Unidas y de sus Estados miembros.

En el año 2017 se derrocharon en gastos militares 1,74 billones de dólares, la cifra más alta desde el fin de la Guerra Fría. Es alarmante que cada año se inviertan sumas exhorbitantes en la industria de la guerra, se modernicen los arsenales nucleares existentes y se desarrollen nuevos sistemas de armas nucleares, en lugar de destinar esos recursos a fomentar la paz, a combatir el hambre y la pobreza y a la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

El desarme nuclear permanece congelado y la existencia de enormes arsenales nucleares, 100 de cuyas ojivas bastarían para provocar el invierno nuclear, constituye una grave e inminente amenaza a la supervivencia de la Humanidad.

Señor Presidente:

Nuestro país concede gran importancia a la promoción del multilateralismo como principio básico de las negociaciones en materia de desarme y no proliferación. En ese contexto, expresamos nuestra profunda preocupación por la decisión del gobierno de los Estados Unidos de retirarse del Plan de Acción Integral Conjunto o Acuerdo Nuclear con la República Islámica de Irán y más recientemente, del Tratado sobre Misiles de Alcance Corto e Intermedio firmado con Rusia en 1987.

La comunidad internacional no puede permanecer pasiva, ni en silencio, mucho menos cuando se constata el fortalecimiento del papel de las armas nucleares en las doctrinas de defensa y seguridad de determinados Estados poseedores, cada vez más prestos a considerar la utilización de estas armas, incluso en respuesta a las llamadas “amenazas estratégicas no nucleares”.

Condenamos el papel de las armas nucleares en las doctrinas, políticas y estrategias de seguridad, así como la amenaza de su uso, al tiempo que reiteramos el derecho inalienable al uso pacífico de la energía nuclear.

Aprovechemos el impulso dado por la adopción del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, para retomar las negociaciones en el marco de la Conferencia de Desarme.

Este foro multilateral está preparado para negociar varios temas simultáneamente, incluyendo un tratado que prohíba la carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre; otro que brinde garantías de seguridad efectivas para los Estados que, como Cuba, no son poseedores de armas nucleares; y un tratado que prohíba la producción de material fisionable para la fabricación de armas nucleares u otros dispositivos de igual naturaleza.

Señor Presidente:

En momentos en que prevalecen las políticas unilaterales e injerencistas que buscan desestabilizar la región, Cuba reitera la vigencia de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, adoptada en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en La Habana, en 2014.

Denunciamos la escalada de presiones y acciones del Gobierno de los Estados Unidos para preparar una aventura militar disfrazada de “intervención humanitaria” en la República Bolivariana de Venezuela y llamamos a la comunidad internacional a movilizarse para impedir que se consume.

La historia juzgará severamente una nueva intervención militar imperialista en la región y la complicidad de quienes irresponsablemente la acompañen.

En Venezuela se decide hoy, no sólo la soberanía y la dignidad de América Latina y el Caribe y de los pueblos del Sur, se decide también la supervivencia de las normas del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

Rechazamos de forma categórica los intentos de desconocer la legitimidad de la delegación venezolana en este foro. La politización de este asunto es inaceptable.

Señor Presidente:

Tenemos el deber de contribuir a la construcción de un nuevo orden mundial basado en la solidaridad humana y la justicia, en el que el diálogo y la cooperación primen en la solución de los conflictos. Desechemos lo que nos enfrenta o divideTenemos la responsabilidad de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, salvar el planeta y “crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del Derecho Internacional”. 

 Muchas gracias

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